ACTIVIDADES DE LANA

Las actividades relacionadas con la lana dieron a los asistentes un primer acercamiento a

la rica tradición de El Vellón. A través de las manos experimentadas de señoras nacidas en

el pueblo, como Angelita, Juana, etc., este arte milenario cobró vida una vez más,

entrelazándose con el espíritu jovial de los asistentes más jóvenes.

Los talleres fueron un recuerdo tangible de tiempos idos, de la importancia de la lana en la

economía rural y de la riqueza inherente a un arte que, a menudo, es subestimado. Las

diversas técnicas y patrones, transmitidos de generación en generación, se desplegaron

ante nosotros mientras las historias y anécdotas narraban una época más sencilla,

impregnada de la esencia de la mano humana en cada hebra.

En este encuentro intergeneracional, los más jóvenes aprendieron a valorar la sabiduría

que hay en estas costumbres y a sus portadoras. A su vez, las señoras mayores, con una

sonrisa en sus rostros, vieron cómo su oficio y legado eran respetados y valorados. Este

encuentro se convirtió en un espacio de aprendizaje mutuo, donde se compartían tanto

las técnicas del arte de la lana como lecciones de vida, citas de sabiduría y experiencias

compartidas.

El taller de lana se convirtió rápidamente en un espacio de emotivas memorias y relatos

personales. Las señoras hablaban de la lana con una familiaridad y respeto único, sus

palabras dibujaban imágenes de su infancia, de las horas practicando el hilado…

Narraron cómo la lana había sido una constante en sus vidas, desde sus primeros

recuerdos hasta la actualidad. Hablaron con cariño de las almohadas de lana que habían

hecho en su niñez y que todavía conservan. Estos objetos cotidianos, lejos de ser meras

posesiones, estaban imbuidos de su espíritu, de su habilidad y fueron testimonio de un

tiempo en que la lana era mucho más que una simple materia prima.

Estos talleres fueron parte esencial de estas jornadas ya que representaban un paso más

en la conservación de la identidad y tradiciones del pueblo. Estas artesanas nos

demostraron que el arte de la lana es mucho más que un simple oficio; es el hilo que une

generaciones y teje lazos comunitarios.

Estas experiencias nos recordaron que los puentes entre las generaciones no solo son

posibles, sino vitales para el intercambio cultural y la preservación de nuestras tradiciones.